Capítulo 6: La llegada de un hermano

Quienes tenemos hermanos sabemos que en el mundo existe un tipo de personas a quienes quisiéramos ahorcar y por quienes daríamos la vida. A quienes podemos molestar, pero no dejamos que nadie se meta con ellos: nuestros hermanos.

De las primeras fotos en casa.

Con nadie se comparte tanto en la vida como con un hermano: el espacio y tiempo que se coincide en casa, trayectos, vacaciones y comidas parece congelado en el tiempo. Con claridad recuerdo muchas de las anécdotas que mi hermano contaba a la hora del almuerzo y cómo mi hermana pedía permiso para ir al baño en la casa, cuando empezó el colegio. Recuerdo a mi hermano en el sillón delantero del carro poniendo salsa por las mañanas y a mi hermana platicando con sus amiguitas del bus en la tarde.

Los hermanos realmente son un gran regalo para los hermanos y el día que los padres falten, son lo que quedará de la familia nuclear. Juntos cuidan de los padres en la vejez y ven crecer a los hijos de unos y otros, inventando todo tipo de excusas para juntarse y que los niños compartan.

Aquí con 3/5 hermanos.

Cuando llega un hermano a la casa cambian muchas cosas, cada niño según la edad que tenga lo percibe de diferente manera, pero siempre a pesar de celos o incertidumbres el amor para el nuevo hermano pesa muchísimo más. Cada vez que he tenido la oportunidad de añadir un hermano a la ecuación he sido espectadora en primera fila de la alegría que un hermano produce en la vida de los demás. Yo misma recuerdo cuando conocí a mi hermana, la noche que pasamos con mi hermano y mi papá antes de ir a conocerla: son cosas que no se olvidan.

Leí un tip una vez: al conocer al hermano debería estar en su cuna, carruaje o silla y no en los brazos de la mamá: esto para que el más pequeño de la casa no se sienta desplazado. Luego están las ideas de que el bebé traiga “regalos” a los demás, cosa que les encanta. La primera vez conseguimos unos juguetes y la segunda y tercera vez escogimos unos libros muy especiales.

A lo largo del embarazo los niños deben estar involucrados en la vida de sus hermanos. Mis hijas disfrutan yendo a los baby showers y pidieron con mucha insistencia la “revelación de sexo” utilizando un globo. Les encanta y recuerdan las sesiones de fotos de embarazo de sus hermanos y quieren estar en todo.

Mis hijas festejando la llegada de su hermano.

Cuando nace un hermano es momento ideal para fomentar el espíritu de servicio. No pensemos “pobre, lo consiento porque tendrá un hermano”, mejor cambiemos la mentalidad a “que grandes oportunidades de servir tendrá ahora”. A los hermanos grandes les gusta traer las cosas del bebé, tirar los pañales en la basura, elegir los atuendos y cargarlos. Con esto último, por seguridad de todos, es importante repetir las reglas, especialmente cuando hay niños pequeños (4-10 años): solo se carga con permiso y sentados, frente a un adulto.

El amor a un hermano va brotando de forma natural. Prestemos atención y recordemos que no es posible obligar a un niño a querer a otro. Debemos evitar siempre con los hijos comentarios negativos sobre uno u otro de sus hermanos (educando en la lealtad y porque corregir compete solo a los papás). Los padres debemos fomentar la fraternidad de forma muy consciente. Todos quisiéramos la receta para que los niños no se peleen entre ellos, esa no existe, pero si hay muchas maneras de que hagan equipo: hacer proyectos juntos, cocinar, jugar juegos de mesa, turnarse para poner la música y las películas, dejarlos elegir su comida favorita en iguales proporciones, estar junto a ellos cuando juegan de forma libre e ir redireccionando los juegos y actitudes si es necesario.

Nuestros hijos no pueden ser extraños que viven en la misma casa y comparten padres, pero entre quienes no hay relación. Si nos damos cuenta de que así son nuestros retoños, siempre estamos a tiempo de rectificar. Si ya no están en edad de jugar, encargarles un proyecto (organizar un cumpleaños de la abuelita, ir juntos al supermercado, conseguir el regalo de algún pariente) también funciona. Si ya son adultos, reunirlos alrededor de la mesa es otra idea.

Una con misa papás y hermanos.

Los hermanos son un regalo para toda la vida, no desaprovechemos la oportunidad de dejar un legado de amor: procuremos que nuestros hijos sean buenos hermanos de sus hermanos. La familia está destinada a ser el cielo en la tierra, de nosotros los padres depende criar para la armonía. Si hubiera más paz en la casa, seguro habría más paz en el mundo.

Capítulo 5: La cuarentena

El número 40 representa el inicio de una vida nueva. Los israelitas pasaron 40 años en el desierto, Jesús se retiró durante 40 días y un hijo nace después de estar 40 semanas en el vientre materno. A los 40 días del ciudad post parto/ post cesárea se le conoce como “la cuarentena”. Hay muchas costumbres poco científicas en estos días y por eso muchas veces se ha trivializado su importancia que es fundamental para la recuperación de la mamá.

Bebé en cuarentena

Durante los primeros cuarenta días después de nacido un bebé, el cuerpo va recuperándose poco a poco de la ardua labor que estuvo realizando para hacer crecer a un niño y dar a luz. Tanto si fue un parto vaginal, como si fue una cesárea la madre necesita reposo. Comer bien, dormir bien (esto incluye hacer siestas porque un recién nacido come de noche y de día), tomar mucha agua, salir de casa solo si es estrictamente necesario (ir al ginecólogo o al pediatra), no manejar, bañarse diariamente.

Muchas mujeres dicen que se sienten bien y salen antes, o que no tienen quien las ayude y andan manejando. En ningún otro momento estamos tan vulnerables como en este. Nuestro cuerpo está perdiendo sangre, y sanando por dentro, además que si fue cesárea, la herida de todas las capas debe ir cerrando y esto toma tiempo. Es importante que nos dejemos cuidar, que no hagamos fuerzas innecesarias ni nos agachemos. Aprendamos a pedir ayuda y agradezcamos si nos la ofrecen, ya habrá tiempo después para regresar a nuestras actividades normales. Además de esto depende nuestra salud en los años próximos.

Cuando una mamá tiene un hijo prematuro, generalmente tiene que dejar a su bebé en el hospital, por lo que no puede hacer este reposo porque cada día tiene que ir a ver a su niño en horarios bastante restringidos. A quienes se encuentran en esta situación hay que apoyarlas a que mientras puedan y dónde estén se sientan cómodas, si tienen más hijos se les puede ayudar cuidando a los demás y luego cuando ya tenga a su bebé en casa ayudarla a que descanse un poco.

De lo último que escribiré, será de la parte estética: el uso de la faja. Todas esperamos recuperar lo antes posible nuestra figura previa al parto. Es un asunto bastante personal, pero lo que a mí me ha funcionado es no acuchucharme (consertime) en este sentido. Los pasos que he seguido para caber en mi ropa lo más pronto posible son:

1. No salir con ropa de maternidad del hospital ni en pants. Trato de llevar mi jeans más grande de los que tenía en uso antes de que nacieran los niños, me cierre o no me cierre. y guardo toda la ropa de maternidad inmediatamente. Me visto todos los días de la cuarentena como lo haría si fuera a salir en un día normal y corriente.

2. Tengo listas mis tres fajas que utilizaré durante los siguientes siete meses (que ha sido el tiempo en el que ya no puedo ver más mejoría) y me las pongo todos los días aunque haya calor, frío o lo que sea. Para que me molesten menos utilizó camisetas.

3. Cómo de todo (proteínas, carbohidratos, frutas, verduras, semillas, pasteles) en cantidades normales, como lo hacía antes de quedar esperando.

4. Tomó mucha agua y doy lactancia exclusiva 6 meses y complementaria el tiempo que pueda (que ha llegado hasta los 20 meses).

Todos los cuerpos son diferentes y nos tenemos que tener paciencia, pero se vale poner de nuestra parte y buscar ayuda de un profesional si es necesario. Algunas mujeres en lugar de adelgazar con la lactancia, suben de peso. Es importante también realizar pruebas de tiroides en estos casos.

Toda ayuda que podamos prestar durante estos días se agradece. Algunas mamás tienen más resueltas las cosas que otras, pero siempre se puede preguntar. El apoyo del esposo, los hijos y la demás familia son una muestra de cómo un bebé es pura alegría y amor para la familia.

En esta época las visitas se pueden volver un poco complicadas por el acoplamiento con el nuevo bebé, la lactancia y las rutinas. Actualmente por la situación de COVID-19 no es recomendable visitar a un recién nacido, pero siempre hay formas creativas de hacer sentir queridos a los nuevos papás.

Capítulo 4: Lactancia materna

Los seres vivos necesitan nutrirse. Las plantas son autótrofas, mientras que los animales y las personas somos heterótrofos. Cada organismos viene “equipado para conseguir su alimento”. La mayoría de mamíferos a las pocas horas de nacidos son capaces de ponerse en pie y acercarse a buscar alimento: la leche de su madre. No he escuchado de ninguna tigresa a la que no le saliera leche, pero podría existir: si en su manada no hay quien alimente a la cría, está destinada a morir.

Con el hombre es bastante diferente. Dios dotó a los padres humanos de la capacidad de atender a las necesidades de su indefenso bebé. Este bebé no caminará hasta alrededor del año después de nacido y lo ideal es que se alimente de leche materna de forma exclusiva durante seis meses y luego de forma complemetaria -idealmente- hasta los dos años.

Muchas mujeres no tienen leche. ¿Qué pasaba hace uno o dos siglos si una mujer no tenía leche para alimentar a su bebé? Seguramente buscaba una nodriza o alguna pariente o vecina que le diera de comer. ¿Que sucede ahora? Se consigue una lata de fórmula y con ella se alimenta a la hermosa criatura y crece. Hay opciones para alimentar a un bebé. La opción de la fórmula es un tanto costosa y complicada para quienes no tienen acceso a agua potable que les permita disolver el polvo y esterilizar las pachas.

La leche materna -cuando la madre tiene leche- es la opción más económica, ecológica, nutritiva, práctica y saludable que existe. Si se vendiera en el mercado, por sus componentes (anticuerpos, grasas, azúcares, adaptación a las necesidades del bebé, etc.), sería impagable. Para poder dedicarse a ella se requiere de tiempo, esfuerzo y apoyo.

Un bebé lactante pasa más tiempo comiendo que un bebé que toma pacha. Una mamá lactante deja de hacer muchas cosas mientras da de comer a su bebé, por lo que requiere que su familia le ayude a realizar las tareas del hogar o a cuidar otros hijos pequeños y no tan pequeños.

La lactancia materna puede servir como método para espaciar embarazos si y solo si es exclusiva, a demanda, de noche y día y sin hacer uso de pacificadores (pepes, chupos, etc.). Solo funciona si no hay ovulación y por lo tanto no ha habido ninguna regla. Generalmente esto dura 6 meses, pero depende de qué tantas tomas siga teniendo el hijo puede durar hasta un año.

Lo que más ayuda a la producción de leche es “prenderse al niño”. Los niños comen cuando acaban de nacer, cada tres horas, algunos se quedan dormidos comiendo, por lo que es importante seguir las recomendaciones del médico en caso de que no se gane peso. Algunos productos como el Ixbut favorecen la producción de leche, pero el líquido más importante a consumir es agua. Algunos médicos recomiendan seguir tomando vitaminas pre natales durante esta etapa.

La lactancia es una decisión personal que involucra y une a las familias. Para la nuestra ha sido una gran bendición y después de 20, 18 y 16 meses de lactancia la recomiendo ampliamente. ¿La parte más difícil? Es que los primeros días duele (aunque digan que no los expertos, las mamás decimos que sí) y la segunda vez también y la tercera y seguramente la cuarta. Favorece además a que el utero regrese a su tamaño, así que se sienten los dolores de “entuerto”, pero yo los veo más bien cómo dolores que al mismo tiempo van siendo sanadores.

La red de apoyo es vital para las mamás que quieran vivir esta experiencia. A algunas nos encanta y otras lo hacen con mucho amor porque saben que es bueno para sus hijos, aunque no les fasciné. Todo es válido y dar fórmula también, si es lo que se adapta mejor al sistema familiar.

Les dejo fotos de cachetitos de lactancia.

Cómo tener cuatro hijos y escribir un blog

En una plática me dijo un amigo: “tiene que escribir sobre cómo hacer para tener cuatro hijos y escribir un blog. Los lectores mandan.

Empecé a “blogear” cuando nació Ana Belén, porque sentada dándole de comer tenía mucho tiempo de reflexionar y escribir. Es más bien cuando empiezan a gatear los niños que dejo de escribir y cuando pueden caminar de forma estable ya me dejan las manos libre para teclear.

Siempre me ha gustado escribir y he descubierto que esas épocas de mayor ocupación es cuando necesito mayor descanso, entonces escribo. Generalmente lo hago a “deshoras” pero para sufrir menos por el insomnio: lo hago productivo.

Para todos los días tengo una serie de cosas que quiero y debo hacer: alguna tarea de la maestría, leer un libro, escribir en el blog, hacer la lista del súper, etc. Cuando mis días inician muy temprano porque me desperté y no logro conciliar el sueño, empiezo a cumplir con mis objetivos y luego se me da sueño duermo un ratito más y cuando suena el despertador ya me levanto.

Creo que para todo lo importante hay tiempo, se busca, se hace , se cambian actividades si es necesario. Hace algunos sos descubrí que las mamás con mejores blogs son mamás de muchos hijos, muchas de ellas con niños en “homeschool” (muchas años antes de la pandemia) y me preguntaba lo mismo. Ahora ya entiendo cómo le hacían, cuando se tiene más ocupaciones se tiende a aprovechar mejor el tiempo.

Capítulo 2: Tiempo de tener un hijo

¿Existe el momento perfecto para tener un hijo? Cuando las finanzas están bien asentadas, cuando la situación de salud es excelente, cuando no estamos viviendo ni guerras ni pandemias, cuando no hay desempleo, ni pobreza, antes de que se pase la edad fértil… ¿son estos mitos o realidades? ¿Es la fertilidad un regalo o una maldición? ¿Son los hijos una bendición o algo para calmar los deseos de una pareja?

Antes de andar afirmando puntos sobre cualquier cosa de la que no estamos seguros, debemos meditar sobre las cosas de las que si estamos seguros. El hombre es una sustancia individual de naturaleza racional decía Boecio; es un fin en sí mismo y nunca un medio. El hombre tiene cuerpo, alma y espíritu. Su carne, su ADN 🧬 proviene de su padre y madre por partes iguales, ¿pero su espíritu de dónde proviene? Sin meternos a un gran asunto teológico podríamos decir que el espíritu es dado por alguien que tiene espíritu, bien sabemos que nosotros hombres y mujeres somos incapaces de trasladar nuestra alma a nada y por eso tiene que haber alguien superior que si se capaz.

Dios dotó al hombre de la capacidad de procrear y algunas reglas para hacerlo de la manera más responsable que se pueda. Con responsabilidad nos referimos a la capacidad que se tiene para responder.

Para tener un hijo es necesario que un hombre y una mujer hagan entrega total de sus cuerpos y sus almas en el acto conyugal y durante los días fértiles. Dios ha puesto este sistema sencillo y luego: un bebé viene en camino, si todo está bien con la salud de la madre y del padre. Así funciona.

Parece una cuestión de biología, pero implica más porque el acto conyugal absorbe a toda la persona, lo que es, lo que siente, lo que será. Por el carácter de continuidad que tiene el acto conyugal (dar vida a una persona) se espera que sea una unión permanente. El problema es que durante el último siglo se ha querido separar la consecuencia natural del acto conyugal: el hijo, del placer que produce.

Pasa lo mismo que con la comida: si comemos por puro placer y olvidamos su función principal que es nutrirnos, podemos terminar enfermos de obesidad crónica, diabetes, bulimia o cualquier otro desorden que tenga que ver con este tema. Si pasamos durmiendo todo el día luego no dormimos en la noche o no logramos hacer nada: no trabajamos ni nos divertirnos. Con las relaciones sexuales pasa lo mismo, si quitamos sus dos labores principales que son la unión de los esposos y la procreación, tenemos un montón de personas que se sienten frustradas, engañadas y tristes porque al final no obtuvieron eso que el mundo les vendió a un precio muy caro: la idea de que hay felicidad sin responsabilidad y compromiso.

Dichas todas estas cosas volvemos a las preguntas del principio, ¿es ya tiempo de tener un hijo? Para una pareja de esposos siempre es buen tiempo para tener un hijo, porque están unidos y podrán criar a ese bebé juntos. Es cierto que puedan haber situaciones reales por las que en determinado momento pudiera no ser conveniente tener un hijo (salud, socioeconomía), pero eso lo tiene que ver la pareja a la luz de la grandeza de lo que significa procrear y poblar la tierra de seres individuales de naturaleza racional, que piensan, aman, sienten y pueden darle gloria a Dios.

Capítulo 3: Un niño en camino

¡Estamos esperando! ¿Y ahora? Quienes conocemos esa adrenalina de comprar una prueba casera de embarazo y esperar el resultado y ver las dos rayitas en la ventana, sabemos que hay miles de sentimientos más que se asoman, alegría, sorpresa, miedo, incertidumbre… ¡es que traer una persona al mundo es una gran responsabilidad y queremos tomar las mejores decisiones!Calma, ya habrá tiempo para todo, lo primero es ir al médico.

El médico que atiende a una mujer embarazada debe ser alguien empático, con quien se tenga una buena relación. No importa si ha sido nuestro ginecólogo siempre o el de toda nuestras tías. Es sumamente importante que paciente y médico trabajen en la misma línea, con los mismos objetivos porque en el momento del parto nuestra vida y la de nuestro bebé estarán en sus manos.

Luego viene todo lo que “se puede” y “no se puede hacer”. ¿Comer mariscos? ¿Comer aguacate? ¿Usar tacones? ¿Comer ensaladas en la calle? ¿Hacer ejercicio? Hay médicos que son súper relajados y dicen: haga de todo, no pasa nada. Otros prohiben todo. A mi me gusta leer e investigar y luego ya decido que voy a hacer (de esa lista he hecho de todo con más de alguno de los cuatro niños).

El tiempo del embarazo trae consigo dos situaciones, la primera es aceptar que “hay vida dentro de nosotros” como me dijo mi querida Natalia cuando tenía 9 años. Porque estamos ayudando a que una persona se desarrolle desde cero dentro de nosotros nuestro cuerpo consume la mayor parte de nuestra energía en esa labor. Las embarazadas necesitamos dormir un poco más y comer un poco mejor y tomar vitaminas. Así qué hay que ir haciendo caso y saber que pocas veces en la vida estaremos siendo parte de un misterio tan grande. Tenemos que tenernos paciencia y esforzarnos por darle al bebé lo que necesita y ayudar a los demás a que lo entiendan, por si acaso no lo hicieran.

Luego también es importante prepararse psicológicamente, aprender a dirigirnos al bebé de la forma que queremos hacerlo cuando nazca, leer libros sobre paternidad y maternidad y atrevernos a soñar. ¿Que queremos para este Niño y por qué?, ¿qué medios tendremos que poner?, ¿cuáles serás nuestros retos más grandes?, ¿cómo vamos a vencerlos?

No es momento de andar haciendo gastos a la loca. Cuando vamos a tener un bebé se nos antojan todos los “gadgets” de bebé qué hay en el mercado, ¿cuáles son los que si se utilizan?, ¿cuáles se utilizan al tener un segundo, tercer o cuarto hijo? es importante preguntarle a papás que estén en la jugada, que ahorita tengan hijos pequeños para que nos puedan orientar. Mi consejo es: compren lo menos que sea posible si tienen quien les preste cosas, es más ecológico, más económico y luego nos ahorra horas de estar ordenando todo lo que podemos llegar a acumular.

¿Moisés y/o cuna? Yo diría que de una vez cuna.

¿Bouncer? Sirve un montón, pero da muchos nervios cuando hay otros niños pequeños en la casa porque tienen al bebé muy a la mano.

¿Carruaje? El más liviano posible, mejor si se le puede poner el porta bebé. En este si vale la pena invertir con el primer hijo porque lo pueden usar varios hermanos.

¿Silla de carro? Imprescindible, la usan hasta cinco años.

¿Juguetes de bebé? Los utilizan más los hermanitos.

¿Monitor? No lo veo tan necesario, pero para muchos papás es un “must”. Nosotros tuvimos y lo usamos una vez con la primera niña. Igual si lloran y uno está en la casa se escuchan 😅.

¿Saltarín de bebé? Es lindo, les gusta. Tuve con Ana Belén pero se quedó en el Caribe y nunca volví a comprar.

¿Mordelones para dientes? Les ayudan un montón. No deben congelarse.

¿Pañales desechables o de tela? Decisión muy personal. He usado de los dos y funcionan. Los de tela definitivamente mantienen mejor la piel del bebé en el caribe me funcionaron muy bien porque sabía que con seguridad se secaban. En la noche siempre he usado desechables.

¿Pañalera mochila o bolsa? Siempre he usado tipo bolsa. Veo que las mochilas se arruinan más rápido, nuevamente es cuestión de gusto. Las buenas pañalera sirven hasta para dos bebés, las de menor calidad duran un par de meses.

¿Ropa de maternidad? Pienso que vale la pena invertir en un par de buenos pantalones de jeans y tela y luego comprar unos blusones/blusas (¿6?) y unos cuantos vestidos. Sirven para varias veces y nueve meses de andar cómodas y presentables es importante.

El embarazo trae consigo ciertas molestias. Se debe hacer lo que se pueda para minimizarlas, en conjunto con el médico, mucho cuidado con hacer todo lo que nos aconsejan los demás, es mejor leer e informarnos y consultar al médico o médicos que nos están tratando. Con la maternidad nos damos cuenta que un hijo vale todos los sacrificios y más. A partir de ahora habrá alguien que necesitará de nosotras toda la vida: debemos cuidarnos y cuidarles. Todo pasa, más rápido de lo que nos damos cuenta.

Capítulo 1. Empezar por el principio

Muchos hemos escuchado la pregunta ¿cuándo se empieza a educar a un niño? y luego viene la respuesta: 20 años antes de que nazca, educando a sus papás. Esto es cierto, porque cada padre es fruto de lo que vivió como persona y como hijo y luego de un modo consciente o no, transmite su cultura a la prole y así para bien o para mal, será hasta el fin de los tiempos.

Antes de empezar a educar a un niño, la persona debería hacerse ciertas preguntas: ¿cómo soy yo?, ¿qué me gusta de mí?, ¿qué quisiera cambiar?, ¿qué heridas tengo?, ¿cómo recuerdo la paternidad y maternidad de mis papás? Porque luego con los hijos replicamos todo: los gritos, los jaloncitos de pelo, las palabras hirientes o el mismo hecho de no hacer nada y dejar a los niños a suerte. Algunos porque lo aprendieron y otros porque lo han hecho consiente logran utilizar palabras empáticas y alentadoras, otros van luchando contras sus propias costumbres (que arraigadas en lo más profundo de la mente y el corazón, ni siquiera sabían que tenían). Trabajar en mejorar las cosas que de forma personal podemos y debemos cambiar es un regalo para nosotros mismos, nuestro cónyuge, nuestros hijos y la sociedad.

La paternidad y maternidad cuando llegan, lo hacen para quedarse y entonces cada día se tiene la oportunidad de ser mejores. Lo importante es dar espacio a la reflexión. ¿Cómo le hablo a mi hijo?, ¿cómo establezco contacto con él?, ¿estoy dispuesto a sacrificar mi comodidad para que sea feliz?, ¿lo educo en y desde la libertad?, ¿soy afectuoso y exigente con él? ¿Me preocupo por su desarrollo físico, afectivo, cognitivo y espiritual? Un niño necesita mucho contacto con personas y entorno natural y pocas cosas. ¿Estoy dispuesto a ceder de mi tiempo para que tenga lo que realmente necesita?

El problema actualmente es que muchas personas han sido criadas de modo que se compartan de forma egoísta. No ayudan a los demás, no son empáticos, no se quieren comprometer. Piensan que se puede comprar todo: ayuda en la casa, educación de calidad, entretenimiento para los reyes de la casa. Y es una gran pena que piensen así: porque se pierden la oportunidad de agradecer lo que hacen los demás. Toda labor hecha por el hombre es impagable al final del día porque quien la realizó dejó parte de su vida en ella, además todos deberíamos estar en la capacidad de servir a los demás: con quienes concilia a diario y con quienes no.

La primera tarea es pensar: ¿de lo que hice ayer qué no me gustó?, ¿cómo voy a ser mejor hoy?, ¿qué legado quiero dejar en el mundo?

Reposo

Temida palabra para algunos, cuando la oigo pienso en unos niños puestos en “reposo” sobre un escritorio, allá por los años 90. O unas calmadas aguas. O alguien enfermo de algo. No me identifico con el reposo, pero me mandaron a calmarme un poco… para que Pedro Antonio esté en la panza lo más que se pueda.

El reposo suena a gravedad y yo no estoy mala de nada 🤪. ¿Entonces? Pues… me tocó. Y heme aquí con insomnio porque no hice la actividad que siempre hago y encima pase mucho tiempo en la cama.

Y eso me hace pensar sobre las personas que están en un hospital, solas, aburridas y sintiéndose fatal por una cosa u otra. Y entonces las quiero acompañar con I reposo. Ofreciendo estarme quieta para que se alivien sus dolores, rezando más para que salgan pronto del hospital, aprovechando el tiempo que puedo ocupar haciendo reposo: leyendo, preparando tareas, clasificando cosas que he acumulado y que alguien en mi casa puede acercarme a la cama para que revise. Después de un tiempo el reposo tal vez se vuelva mi amigo. Mientras tanto, aprovecho el poquito de insomnio.

Panza que anda pidiendo reposo.

Pueden bajar su mano

Parece que de la jura a la bandera fue lo único que se nos quedó.

Pabellón Nacional de Guatemala

¿Cuántos años recibimos educación cívica? ¿Cuántas veces en la vida escolar repetimos la jura a la bandera? ¿Alguna vez analizamos su contenido? Ahora que hemos reflexionado tanto sobre la Educación, es un buen momento para sacar este tema a la luz: importantísimo que no se repítanles cosas como si carecieran de un contenido más profundo, vital enseñar a soñar con una incidencia en nuestro país.

La jura a la bandera es una belleza, fue escrito durante la época de Ubico por Alberto Velásquez Günther y en principio se llamaba “Saludo a la bandera”. Realmente dice cosas hermosas. ¿Pero a quien le juramos cuando la recitamos? A la patria por supuesto, a nuestros compatriotas, pero principalmente a nosotros mismos.

Honor, sacrificio y esperanza. ¿Vivimos así? Sintiéndonos honrados de nuestro país, nuestras costumbres y nuestra gente. Si algo nos tiene inconformes, ¿nos sacrificamos para rectificar el curso de la nación desde nuestro ambiente? ¿Mantenemos la esperanza de vivir una vida mejor como nación o nos conformamos con salvar nuestro pellejo? Nunca es tarde para rectificar, porque decimos “hasta la hora de nuestra muerte”.

La promesa final es velar y aún morir porque tengamos una patria digna. Últimamente pienso que vivimos en el país de los indignados, ¿dónde está el dinero?, ¿dónde están las vacunas? Es lo que se ve en muchos perfiles de las redes sociales. ¿Pero que más hacemos o que más podemos hacer para agilizar este proceso y poder salir juntos adelante?

No bajemos la mano, era la broma final del acto cívico, pero es muy triste que sigamos viviendo así.

Meme sobre la triste realidad

La vida y los memes

Insomnio, ¿qué quieres de mí? ¿Que escriba? Tú ganas.

Todos tenemos nuestros memes favoritos.

Este es uno de los míos 😅

Estamos platicando y nos acordamos de algún meme que hemos visto sobre el tema o en un grupo de WhatsApp hay alguna discusión y de repente un miembro manda un meme ad hoc. Hay memes que están de moda, cómo los de la avaricia y otros que han pasado de moda, como los del gato.

Algunas veces los memes nos pueden hacer reflexionar acerca de cómo estamos como sociedad o como personas, aunque parece que su objetivo principal es burlarse de todos y de todo. Hemos de ser muy cuidadosos con quien compartimos este tipo de contenido y también pensar si realmente merece ser publicado.

Hay quienes piensan que todo lo que pueda hacernos reír o hacer reír a los demás es digno de publicarse, pero muchas veces no lo es. Y aunque algunos digan que son formales en la vida real, pero sus redes sociales son otras cosa, realmente habrá que pensar “dime que compartes y te diré cómo piensas”.

Aquí uno por el Día del maestro