Capítulo 2: Tiempo de tener un hijo

¿Existe el momento perfecto para tener un hijo? Cuando las finanzas están bien asentadas, cuando la situación de salud es excelente, cuando no estamos viviendo ni guerras ni pandemias, cuando no hay desempleo, ni pobreza, antes de que se pase la edad fértil… ¿son estos mitos o realidades? ¿Es la fertilidad un regalo o una maldición? ¿Son los hijos una bendición o algo para calmar los deseos de una pareja?

Antes de andar afirmando puntos sobre cualquier cosa de la que no estamos seguros, debemos meditar sobre las cosas de las que si estamos seguros. El hombre es una sustancia individual de naturaleza racional decía Boecio; es un fin en sí mismo y nunca un medio. El hombre tiene cuerpo, alma y espíritu. Su carne, su ADN 🧬 proviene de su padre y madre por partes iguales, ¿pero su espíritu de dónde proviene? Sin meternos a un gran asunto teológico podríamos decir que el espíritu es dado por alguien que tiene espíritu, bien sabemos que nosotros hombres y mujeres somos incapaces de trasladar nuestra alma a nada y por eso tiene que haber alguien superior que si se capaz.

Dios dotó al hombre de la capacidad de procrear y algunas reglas para hacerlo de la manera más responsable que se pueda. Con responsabilidad nos referimos a la capacidad que se tiene para responder.

Para tener un hijo es necesario que un hombre y una mujer hagan entrega total de sus cuerpos y sus almas en el acto conyugal y durante los días fértiles. Dios ha puesto este sistema sencillo y luego: un bebé viene en camino, si todo está bien con la salud de la madre y del padre. Así funciona.

Parece una cuestión de biología, pero implica más porque el acto conyugal absorbe a toda la persona, lo que es, lo que siente, lo que será. Por el carácter de continuidad que tiene el acto conyugal (dar vida a una persona) se espera que sea una unión permanente. El problema es que durante el último siglo se ha querido separar la consecuencia natural del acto conyugal: el hijo, del placer que produce.

Pasa lo mismo que con la comida: si comemos por puro placer y olvidamos su función principal que es nutrirnos, podemos terminar enfermos de obesidad crónica, diabetes, bulimia o cualquier otro desorden que tenga que ver con este tema. Si pasamos durmiendo todo el día luego no dormimos en la noche o no logramos hacer nada: no trabajamos ni nos divertirnos. Con las relaciones sexuales pasa lo mismo, si quitamos sus dos labores principales que son la unión de los esposos y la procreación, tenemos un montón de personas que se sienten frustradas, engañadas y tristes porque al final no obtuvieron eso que el mundo les vendió a un precio muy caro: la idea de que hay felicidad sin responsabilidad y compromiso.

Dichas todas estas cosas volvemos a las preguntas del principio, ¿es ya tiempo de tener un hijo? Para una pareja de esposos siempre es buen tiempo para tener un hijo, porque están unidos y podrán criar a ese bebé juntos. Es cierto que puedan haber situaciones reales por las que en determinado momento pudiera no ser conveniente tener un hijo (salud, socioeconomía), pero eso lo tiene que ver la pareja a la luz de la grandeza de lo que significa procrear y poblar la tierra de seres individuales de naturaleza racional, que piensan, aman, sienten y pueden darle gloria a Dios.

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